La respuesta es sencilla. Al igual que somos la única especie capaz de escribir o de cocinar una paella, también somos los únicos animales capaces de ordeñar a otros animales para obtener leche. Por eso seguimos bebiéndola toda la vida (si es que nos apetece). Si ofreces leche a un gato, a un perro o a un erizo, también la beberán, aunque sean adultos.
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